viernes, 24 de abril de 2009

Más allá de las ilusiones (Primera parte)


La aparición de personajes carismático que tiran de las riendas del inconsciente colectivo no es un fenómeno de estos tiempos, ni mucho menos, pero podemos utilizarlos para tratar de analizar un poco todo aquello. Tal vez, aunque fenómeno cíclico, y esto es lo importante, podamos distinguir rarezas propias de estos días. Siempre buscamos héroes, buscamos la figura del padre en cada una de las expresiones que nos llenan, que nos hacen sentir vivos. La esperanza, para muchos esta empedrado por pequeños grandes héroes. Pequeñas y grandes desilusiones . Todo héroe terrenal es humano, por lo tanto fallido en tanto nuestras expectativas. Hoy en día, ante la ausencia de una gran confrontación política ideológica no se ve la necesidad de tomar partido. Al principio eso creó una especie de desesperanza en los hijos de la década de los sesenta, no veían en las nuevas generaciones a alguien digno de pasar la posta. En cierto sentido tenían razón, nos están vendiendo ilusiones. La tecnología emergente como el Internet creo espacios culturales donde se refugiaron algunos pero no consiguen dar sustancia a su accionar. En realidad ahora, los movimientos auténticamente nobles en sus alcances se resumen en dos: el de defensa de los derechos humanos y el de sostenibilidad medioambiental, lo demás es solo espuma. A un nivel personal, la certeza de que casi todo es relativo en nuestra existencia hizo de que me dejara de interesar la búsqueda de ilusiones. Este proceso de entendimiento emocional y racional se basó en la fe, y es que comprendí, que más allá de las ilusiones, sólo se encuentra la fe.

jueves, 23 de abril de 2009

El silencio como complicidad

Ser consecuente es, de las virtudes, una de las más dificil de alcanzar.

C
uando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista


Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.


Acerca de la posibilidad del terror


Este no es un blog sobre política. Así que no habrá un seguimiento minucioso a la situación del país en ese sentido. Sin embargo, hay aspectos de los que no puedo dejar de escribir. El terror incursionando como posibilidad tangible en el país es uno de ellos. Este país sólo puede ser comprendido por nosotros. No creo que la coyuntura pueda ser analizada por un analista externo sin el debido trabajo de investigación exhaustiva. La realidad boliviana es peculiar, no comparable con vecinos próximos. Es por eso, por comprender a mi país como creo que lo comprendo, cuando se postulaba la idea que la situación boliviana podía desembocar en una guerra civil, o en un terrorismo virulento, me parecía improbable. Ahora el estado de las cosas ha trasvasado un punto importante: el terror aparece innegable. No estoy hablando sólo de la presencia de extranjeros en Santa Cruz con motivación es ambivalentes y antecedentes de violencia. No hablo sólo de un operativo gubernamental que nos hace suponer que sólo hubo tiros en una sola vía. No son sólo las incongruencias con que nos tienen acostumbrados los cerebros del MAS. Es el hecho de que, más allá de conocer las motivaciones reales de los protagonistas y discernir los hechos como realmente pasaron, nada, pero nada podrá hacer desaparecer el sin sentido que trae el terror. Ese miedo que yo no conocía por haber nacido con la democracia, el pavor de no sentirse seguro en su hogar, la sinrazón de la violencia anónima, hacen que Bolivia se adentra en mares desconocidos en su historia reciente. No tengo idea acerca de las posibilidades de llegar a buen puerto. Es más, a estas alturas, no estoy seguro en que consiste una salida airosa para este clima de inseguridad generalizada. Lo que si estoy seguro, es que el único remo que tenemos en esta tormenta en alta mar es el activismo pacífico, no violento, sin doble posturas ni cartas bajo la manga. ¿Acaso no son estas las cualidades de un buen cruceño?

viernes, 3 de abril de 2009

Acerca de nuestros migrantes


Pancho, mi primo, esta en Japón. La cosa no da para sonreír. La crisis mundial llegó al país de Hayao Miyasaki. Resultado: Pancho esta cesante. La noche antes de que parta, hace un par de años, nos reunimos los primos más cercanos, aquellos que nos identificamos porque tenemos un sentido del humor parecido, que es una forma elegante de decir que nos reímos de las mismas tonterías. Nos sacamos unas fotos y fuimos a un café del centro. Contábamos con que Nano, mayor que nosotros, nos acercara de vuelta a la casa del viajero, pues él nos había llevado. Como pueden adivinar nos vimos obligados a volver a pié, en la madrugada cruceña. Así es Nano, algo distraido. Una vez charlando en uno de los inmutables churrascos de sábados por la tarde en la casa de la abuela, lo escuche haciendo planes para exactamente la misma hora en que habíamos quedado para jugar pelota tan sólo cinco minutos antes. Lo cierto es que nos hizo un favor. La caminata facilitó la digestión y el adiós. Las calles desnudas de gente y automóviles emocionó a tal punto el corazón minimalista de mi hermano Javier, que prometió hacer un cortometraje de esa noche. El fue el único que se permitió soltar una lágrima cuando abrazamos a Pancho en la puerta de su casa. Ya en el aeropuerto, le toco el turno a mi tío de sorprenderme cuando, rompiendo la rigidez japonesa, abrazó fuertemente a su hijo, estoy seguro que no era la primera vez que lo hacía, pero no recuerdo haberlo visto antes.

Pancho es uno de los afortunados, regresará a fin de año con el dinero suficiente para seguir estudiando. Ese era el plan. Existen otras historias para las cuales parece más difícil un final feliz. La hermana de mi esposa vive casi diez años ilegalmente en Estados Unidos. La actual crisis mundial hace improbable una oportuna regulación de su residencia. Mucho más probable es que nosotros vayamos a visitarla, a pesar de nuestros propios problemas económicos. Ciertamente tenemos más facilidades en ese aspecto, aunque no vivamos en el primer mundo.

Si lo pensamos detenidamente, migrar es algo casi natural. Desde que el hombre es hombre camina hacia el horizonte. Lo que en realidad nos asusta es que nunca nos sentimos más indefensos que cuando nos estamos solos. Es la soledad y no el hambre lo que mata a la mayoría de los inmigrantes sin trabajo en las solitarias calles de Tokio o Madrid. Sólos también se quedan nuestro hijos, nuestros hermanos y amigos, escupiendo su rabia por no saber exactamente si están mejor o peor que los que se fueron. Es entonces que me acuerdo de que los chinos tienen una misma palabra para oportunidad y crisis. Me doy cuenta que aunque el país parece desangrarse, con la sangre también viene la vida. Nacemos y morimos en dolor. El dolor por la ausencia es parte de la vida. Los que vuelven por propia voluntad, sin o con dinero habrán ganado. Porque en el proceso dejaron de ser niños y se convirtieron en hombres.