lunes, 21 de septiembre de 2009

Nombres

Las razones son misteriosas. Tal vez era el nombre de un pariente querido. Tal vez después de repetirlo varias veces sonaba bien. Tal vez fue el punto de acuerdo, neutro y sin carga emocional para ninguno de los padres. Lo cierto es que, mientras Don Oscar caminaba por la calle recalentada por el sol chaqueño de media mañana, tenía un nombre para su primogénito: Jorge. Tres cuadras antes del registro civil se encontró con el compadre Mario. El calor fue la excusa y unas botellas frías de cerveza el medio. Varias horas después, Don Oscar desandaba sus pasos con el certificado de nacimiento en su bolsillo, agradeciendo a la fortuna que le permitió encontrarse con su compadre. En ese momento no entendía como pudo considerar nombrar a la criatura con un nombre tan común como Jorge. Habiendo seguido la inteligente sugerencia de Mario, el nombre estampado en el certificado era Benigno. La reacción de la mamá de Benigno al conocer las razones y el nuevo nombre son también misteriosas.

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